No se suponía que yo estuviera allí… Entonces un perro y una pregunta inesperada cambiaron todo…

Sentado junto a un lago resplandeciente y rodeado por el silencio de los pinos, compartí mi historia con Sam durante tranquilas caminatas y acogedoras cenas junto al fuego. Él escuchó con simpatía y dijo: “A veces lo más valiente que puedes hacer es alejarte”. Buddy, su golden retriever, dejó escapar un suave ladrido en señal de asentimiento. Cuando me fui, algo dentro de mí se sintió diferente, más ligero.

Antes de separarnos, Sam me dio una nota con una cita: “El coraje no siempre ruge. A veces es la voz tranquila al final del día que dice: ‘Lo intentaré de nuevo mañana'”. Regresé a casa no completamente curada, pero lo suficientemente renovada como para comenzar a escribir.

Unas semanas más tarde vi a Sam y Buddy en el puesto de voluntarios en el refugio. Me fui sin pensar. Buddy corrió directamente hacia mí como si el tiempo se hubiera detenido. Yo también empecé a hacer voluntariado. Y al dar a los demás, poco a poco comencé a redescubrirme a mí mismo.

Darya Lisenkowa. (darya_lisenkova) - Profil | Pinteresta

Unos meses después, Sam me invitó a otro retiro, y esta vez acepté sin dudarlo. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que Buddy no era sólo un perro lindo.

Fue un guía silencioso con pelaje dorado que me mostró que la curación comienza con la conexión, la presencia y el coraje de seguir presente. A veces todo lo que necesitamos es un corazón abierto, un espacio seguro y una cola que se mueve para encontrar el camino a casa.

Like this post? Please share to your friends: